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por Ramón Almodóvar Ronda
miércoles 16 de enero de 2011
La nueva ley de cine, la “Ley de Incentivos Económicos para la Industria Fílmica de Puerto Rico”, trae muchas interrogantes sobre su posible efectividad y próximo funcionamiento; pero algo que queda claro es que beneficia más a las producciones extranjeras que a las puertorriqueñas. Esta nueva ley está orientada a traer producciones del exterior a filmar en Puerto Rico y poco hace por las producciones locales. No hay duda que las producciones extranjeras son beneficiosas para nuestra incipiente industria cinematográfica, ya que mantienen un taller de trabajo para nuestros técnicos, actores y profesionales del cine, a la vez que aportan sustancialmente a nuestra maltrecha economía. Sin embargo, la ayuda que brinda esta situación a la creación de una industria de cine sólida en nuestra Isla es parcial. Falta por ver cómo se van a beneficiar de esta nueva ley las producciones del patio, proyectos que en la actualidad se les hace imposible competir con las producciones multimillonarias que esperan traer.
Algo que sí queda claro en esta nueva ley de cine es la pronta aprobación, en el futuro inmediato, de proyectos de infraestructura cuyos costos son multimillonarios, proyectos con muy pocas posibilidades de éxito si no se hacen de la manera correcta. Hay dos términos que llaman la atención: “las Zonas de Desarrollo Fílmico” y los “Estudios de Gran Escala”. El primero está sin definir, no sabemos que serán y cómo funcionaran esas “Zonas de Desarrollo Fílmico”. El segundo término, los “Estudios de Gran Escala”, presenta una situación delicada y sospechosa. A quien le otorguen ese proyecto tendrá garantizado unas ganancias económicas considerables por desarrollarlo y construirlo. El mantenimiento del mismo y su recuperación económica es otra cosa. En esta nueva ley de cine se da la impresión, por la manera en que está redactada, que los beneficiarios ya tienen nombre y apellido.
Las grandes compañías productoras están presionando en distintos países y regiones para que construyan Estudios o “Soundstages” (como se le conoce en inglés) como condición para llevar allí sus megaproducciones. Ésta es una realidad a la cual nos tenemos que enfrentar; si queremos ser competitivos en atraer grandes producciones fílmicas y televisivas, tenemos que construir un Estudio de calidad. Pero la realidad también nos señala que para poder cubrir la inversión, el Estudio tiene que estar en uso el 75% del tiempo. Ese uso consecuente y constante se puede conseguir si desarrollamos una industria propia, de cine y televisión, que tenga la necesidad de utilizar esas facilidades. No podemos depender exclusivamente de las producciones extranjeras. En este caso “están poniendo la carreta delante de los bueyes”.
De poco va a servir la aprobación de nuevas leyes de cine si no se corrigen los errores del pasado. Debido a las ejecutorias de la Corporación de Cine durante la pasada administración, este tipo de proyecto, los “Estudios a Gran Escala”, levanta muchas sospechas en cuanto a viabilidad económica. Y es aquí donde surge la desconfianza. ¿Por qué la actual administración central se niega a investigar las irregularidades cometidas en la Corporación de Cine durante el pasado cuatrienio? A pesar de haber varios informes negativos del contralor, un referido al Departamento de Justicia, otro a la Oficina de Ética Gubernamental, peticiones de investigación al Senado y a la Cámara y varias demandas de productores boricuas contra esas ejecutorias pasadas, lo que han hecho es tapar e ignorar las irregularidades en vez de investigarlas. ¿A quiénes están protegiendo? Aquí hay gato encerrao.
Mientras esta actitud de parte del Gobierno continúe, cualquier esfuerzo que se haga por fomentar la industria de cine en Puerto Rico no tendrá la fuerza necesaria para conseguir el éxito. Ignorar la corrupción es apoyarla. Continuar como si no hubiera pasado nada irregular abre las puertas para que se sigan cometiendo esas faltas. Esto llevará al fracaso cualquier esfuerzo genuino que se intente a favor del desarrollo y fortalecimiento de la industria de cine en Puerto Rico.
Por: Ramón Almodóvar Ronda
Jueves 12 de noviembre de 2010
Cada cierto tiempo aparece el tema de la necesidad de construir en Puerto Rico un estudio de cine. Los argumentos a favor y en contra de un proyecto tan ambicioso como éste abundan y llevamos muchos años escuchándolos.
En el 1997 la Corporación de Cine de Puerto Rico auspició una presentación de un mega proyecto en Rincón que incluía, además del estudio de cine, un complejo hotelero y un parque de diversiones. En aquella presentación nos quisieron vender la ilusión que íbamos a competir con Hollywood y Disney World a la vez.
En el 2000 presentaron otro proyecto (estudio de cine-parque de diversiones) que se iba a construir en el antiguo hipódromo El Comandante. Recuerdo las fotos en la prensa donde unas modelos descendían en paracaídas a los pies del entonces gobernador Pedro Roselló. Aquel proyecto tuvo un final nefasto cuando los productores se aprovecharon de los beneficios que les concedió el Gobierno, dejaron muchas deudas en Puerto Rico y se fueron con su proyecto a otro país. En años más recientes hay que mencionar, entre las muchas irregularidades en la Corporación de Cine de Puerto Rico durante la pasada administración, el otorgamiento de un contrato por $100,000 a una compañía, recién creada entonces, para que hicieran una investigación sobre la viabilidad de un estudio de cine en Puerto Rico. La propuesta investigación ya había sido hecha y formaba parte de un proyecto privado presentado al director ejecutivo de la Corporación por otro grupo de profesionales.
En fin, puedo seguir mencionando proyectos fallidos de estudios de cine y sobresale en primer plano el papel protagónico de los “buscones”. En la industria de cine, al igual que en muchas otras industrias, abundan las personas cuya intención principal es hacer dinero fácil, no importa a quien se lleven por el medio. Sus principales víctimas son aquellos que desconocen del tema y se impresionan con conceptos llamativos y figuras de renombre. Los políticos son presa fácil ya que les interesa la exposición que les brinda el tema del cine por lo atractivo que resulta para el público en general.
En las pasadas semanas hemos visto surgir una vez más el asunto de la construcción de un estudio de cine en nuestra Isla. Esto, si de verdad se va a construir, hay que tomarlo con mucha seriedad y profesionalismo. Es imprescindible consultar a los profesionales de Puerto Rico que laboran en las producciones que se hacen aquí, tanto las extranjeras como las boricuas. No debemos permitir la construcción de un “elefante blanco” que a la larga sea más perjudicial que beneficioso para el desarrollo de la industria de cine en Puerto Rico.
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¿Por qué no tenemos una industria de cine en Puerto Rico?
Por: Ramón H. Almodóvar
Con tanto talento que tenemos en Puerto Rico, ¿por qué no tenemos una industria de cine? ¿Cómo es posible que no hayamos podido desarrollar una industria que puede aportar muchísimo a la tan necesitada economía de Puerto Rico? Tenemos lo más importante y de primera calidad: productores, directores técnicos, actores; en fin, profesionales de la industria cinematográfica que cubren prácticamente todas las bases.
Durante la pasada década creamos varias condiciones favorables para el financiamiento del cine, la Ley 362 y el Fondo Cinematográfico. Nos falta desarrollar la distribución para comenzar a establecer una industria de cine en Puerto Rico. ¿Y por qué no lo hemos hecho, por qué no se ha logrado? La respuesta es sencilla y obvia: porque al Gobierno no le interesa realmente la industria de cine. Ningún gobierno de Puerto Rico ha presentado nunca un plan de trabajo serio sobre el desarrollo de la industria de cine en nuestra isla y muchos menos ha sabido implementar las buenas ideas que les presentan los profesionales del sector. Al día de hoy no tenemos una política pública sobre este tema, mucho menos un plan de desarrollo. Cada cuatro años cambia la administración y se vuelve a empezar prácticamente de cero.
En casi todas las ocasiones, los gobiernos de turno se han negado a nombrar a una persona conocedora de la industria de cine en Puerto Rico a dirigir la Corporación de Cine. Puedo señalar, sin miedo a equivocarme, que los nombramientos a la dirección ejecutiva de la Corporación de Cine, desde su creación en la década del 70 del pasado siglo hasta el presente, han sido premios políticos, sin importarles el impacto negativo que éstos tendrían sobre el cine que se hace en nuestro país. Desafortunadamente, esa mala costumbre sigue vigente y no se ve una solución rápida a este problema.
Durante la pasada administración hubo una combinación muy negativa entre el poder que ejerció el director ejecutivo y la falta de supervisión de los responsables de esta tarea. Como consecuencia de esto se dio el mayor nivel de irregularidades en la historia de la Corporación de Cine. La evidencia de estas acciones es abundante. Pero lo más que preocupa es la falta de interés de la actual administración para investigar las numerosas irregularidades que se llevaron a cabo.
(FOTO DE RODAJE FILME "ELITE". FOTOGRAFIA DE ANDRES RAMIREZ)
Se ha demostrado que la producción de cine en Puerto Rico es uno de los negocios que más está aportando a la economía. Ahora falta que el gobierno tome este asunto en serio y lo encamine profesionalmente hacia la creación de una industria de cine en Puerto Rico.
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